Por fuera es prácticamente idéntico a cualquier otro Ford GT40. Pero está engañando a tus ojos, es un trampantojo, porque la última creación de Everrati esconde en sus entrañas un propulsor muy diferente al deportivo original. Un propulsor eléctrico sin emisiones locales, sin vibraciones... Aunque con ruido. Mucho ruido.
No es la primera vez que traemos por aquí una de las joyas de Everrati. La compañía inglesa es especialista en convertir coches clásicos en coches eléctricos, con un mimo especial en todos los detalles y modificaciones en toda la parte ciclo para adaptar la conducción a su nueva condición de eléctrico. Tal es la calidad de esta reconversión que será inscrito en el registro oficial de Shelby. El único GT40 eléctrico presente en dicho registro, de hecho.
Por regla general, retirar el motor original y trasplantar una pesada batería no es una buena idea ni para el chasis ni para la dinámica de conducción, pero Everrati tiene todo esto en cuenta para garantizar una conducción a la altura. En el caso del Ford GT40 que nos ocupa hoy, la compañía ha retirado el motor V8 original y lo ha sustituido por un propulsor eléctrico de más de 800 caballos y una batería de iones de litio con 60 kWh de capacidad.
Entrando más en detalle en su parte técnica, el Ford GT40 de Everrati monta dos motores eléctricos de imanes permanentes que ofrecen 812 CV de potencia (597 kW) y 800 Nm de par. Una auténtico vendaval de potencia que tendrán que digerir como puedan las dos ruedas traseras. El coche acelera de 0 a 100 km/h en cuatro segundos y alcanza 201 km/h de velocidad punta.
Nadie en su sano juicio echará en falta potencia. Si acaso, el sonido gutural del motor V8 del modelo original. Everrati ha intentado ponerle remedio con el 'Race Mode' (Modo Carrera). Al seleccionar este modo, se activan dos altavoces que imitan de manera artificial el sonido del V8 de gasolina original. Los altavoces pueden alcanzar los 110 dB, un nivel de ruido cercano a un concierto de rock o un martillo neumático. El sonido también se emite en el interior mediante altavoces incorporados en el habitáculo.
Un habitáculo en el que también hay una palanca de cambios convencional, algo poco frecuente en un coche eléctrico. La idea es que el conductor pueda "cambiar de marcha", aunque será otro trampantojo. El software se ha preparado para que haya una pausa momentánea de potencia cuando el conductor acciona el cambio, adaptando también el sonido artificial a través de los altavoces.
En cuanto a la batería, tiene 60 kWh de capacidad total y está repartida en tres zonas: detrás del conductor (donde estaría el motor original) y en los laterales del vehículo, en la zona de las puertas. Esto permite mantener un centro de gravedad muy bajo y un buen reparto de pesos: el Ford GT40 eléctrico tiene un reparto 40:60 (delante/detrás), muy similar al coche original (38:62).
La batería se puede cargar del 10 al 80% en 45 minutos y ofrece 201 km de autonomía, una cifra discreta, pero se ha priorizado mantener el peso a raya. El coche pesa 1.320 kg, una cifra prácticamente idéntica a un Ford GT40 MkII con el depósito de gasolina lleno (admitía 159 litros de gasolina, que pesan unos 115 kilos).
