Santo Ficili, CEO de Maserati, lleva al frente de la marca de lujo de Stellantis desde el pasado mes de octubre, pero ha empezado el año 2025 sin Carlos Tavares, quien ha dejado su cargo como consejero delegado del grupo automovilístico.
Tavares depositó su confianza en Ficili, tras cesar en el cargo a quien hasta entonces lo ostentaba, Davide Grasso, pues no supo reaccionar ante la situación delicada que vive Maserati desde hace ya unos años.
No corren buenos tiempos para Maserati
No es la única marca del grupo a la que esta crisis está azotando con dureza, porque Jeep, RAM y Dodge no están pasando por un buen momento tampoco, y desde Estados Unidos se orientaron las críticas directamente hacia Carlos Tavares, por la manera en que había enfocado la aceleración hacia los vehículos eléctricos.
Lo que Santo Ficili tiene que demostrar ahora es que es capaz de levantar Maserati y devolverlo al lugar que ocupaba antes en la industria, pero el nuevo CEO reconoce que no va a ser fácil.
De hecho, ha sentenciado en declaraciones a distintas medios que posiblemente la marca sea incapaz de ser rentable este año, y eso pone en serios aprietos la continuidad de la misma bajo el manto de Stellantis.
Más que nada, porque el ya despedido Tavares reconoció en su día que habría un plazo límite para que las firmas del grupo más perjudicadas dieran beneficios, o de lo contrario se desprenderían de la que fuera necesario.
Tiene que recuperarse 'a tiempo'
Y, por tanto, Maserati tiene muchas papeletas para ser una de estas, y parece que hay algún fabricante chino que hace tiempo que lleva detrás de una marca de este calibre, por la imagen que ha representado siempre.
Ficili se enfrenta a un año muy complicado, con unas ventas de coches que han caído un 50%, con la consiguiente pérdida de ingresos, y una fabricación de vehículos eléctricos paralizada, a la espera de una estrategia que permita obtener rentabilidad pronto.
También es necesario mejorar la relación con los concesionarios de Maserati, además de con la mayoría de concesiones norteamericanas, pues el enfado que tienen por la forma de actuar de Carlos Tavares es alto, por lo que es imprescindible calmar la situación.