A la hora de hablar de movilidad eléctrica hay tres factores que suelen usarse como elementos disuasorios para la adopción masiva de coches eléctricos: autonomía, recarga y precio. Si bien los dos primeros elementos han mostrado una clara mejoría con los últimos lanzamientos, el tercero es, posiblemente, el más importante de ellos. A la hora de fabricar un coche eléctrico la batería se come gran parte del presupuesto. Su alto coste limita el precio de venta, aunque un estudio realizado por la consultoría de Goldman Sachs predice que en dos años las tarifas caerán rápidamente.
La progresión de recorte ha sido significativa a lo largo de los últimos años. De los primeros coches eléctricos a los más modernos no sólo ha evolucionado la técnica y la eficiencia de los vehículos, también ha mejorado el rendimiento, la capacidad y la electrónica de las baterías que los impulsan. Hoy las baterías son más baratas de lo que nunca han sido, pero en dos años el precio puede ser un 50% inferior, tal y como predice la ya mencionada consultoría americana. En los últimos 15 años el precio de las baterías se ha reducido un 90%. En 2008 el precio promedio del kWh se situaba en el entorno de los 1.415 dólares. En 2023 esa cifra se había recortado hasta 139 dólares.
Baterías por debajo de los 100 dólares por kWh
Goldman Sachs predice que en 2026 el precio estimado será de 82 dólares por kilovatio-hora instalado. Con respecto al presente año el precio será un 26% inferior. Se espera que el presente curso se cierre con un coste de 111 dólares por kWh. Cuanto más baja sea la cifra más esperanzas hay para conquistar la ansiada paridad de precios entre coches térmicos y eléctricos sin la necesidad de aplicar subsidios o ayudas estatales. Hoy es posible comprarse un coche eléctrico por lo que vale uno de gasolina, pero es necesario acogerse a diferentes descuentos y promociones para que lleguen a equipararse los costes. Conductores e industria esperan con impaciencia ese gran momento.
Será el punto de inflexión que defina el futuro de la movilidad. Si bien estos son datos estimados, la industria no puede relajarse. Hay tres factores que resultan fundamentales para seguir reduciendo el precio de las baterías: mejoras tecnológicas, fórmulas químicas y volumen de producción. Actualmente, teniendo en cuenta el precio estimado para finales de año, una batería estándar de iones de litio con 80 kWh de capacidad tiene un coste de 8.880 dólares. Si las previsiones de 2026 se cumplen esa misma batería costará 6.560 dólares. En 2008 el coste se situaba en los 113.200 dólares, más de lo que cuestan hoy los mejores coches eléctricos que circulan por nuestras carreteras.
Más caros que mañana, pero más baratas que ayer. A pesar de las evidentes mejoras que ha sufrido la industria, el mundo no está a salvo de posibles factores que retrasen la reducción de precios. Es necesario seguir trabajando en la senda del aprovechamiento y el reciclaje. A pesar de las grandes previsiones, los fabricantes de baterías están teniendo problemas en cuanto a rentabilidad. Con costes estables y precios de venta cada vez más bajos se está produciendo un desequilibrio económico. Tal es así que gigantes como CATL están tratando de controlar el precio del litio desde su punto de origen. El mayor fabricante de baterías del mundo es el más expuesto en esta situación.