La denominación más antigua de Toyota se asegura seguir viva durante varios años más gracias a la llegada de una nueva generación. El Toyota Land Cruiser es uno de los todoterrenos que más éxito ha tenido en su historia a nivel global y, con esta puesta al día, puede mirar de frente a los últimos modelos que han llegado a su segmento en los últimos años.
A juzgar por las líneas que Toyota ha imprimido al Land Cruiser y por cómo ha mantenido la esencia todoterreno intacta, se puede decir que los japoneses quieren seguir la misma senda que han tomado sus rivales en este aspecto.
Mientras que Land Rover metió de lleno al Defender en el Siglo XXI, Ford hizo lo propio, resucitando al Bronco, que se ha convertido en uno de los todoterreno más vendidos en Estados Unidos. Ambos modelos han mantenido en su diseño y capacidades 4x4 las características que llevaron al triunfo a sus primeras y clásicas versiones.
Toyota, pues, ha diseñado la nueva generación del Land Cruiser incorporando estas dos bases como punto de partida y, además, ahora la versión de acceso recurre al sistema de propulsión híbrido que la marca denomina i-FORCE MAX, parte del cual usan ya los RAV4 y Highlander que se venden en nuestro país. En el caso del Land Cruiser viene de serie en todos los modelos
Este esquema combina un motor turboalimentado de cuatro cilindros y 2,4 litros de capacidad y un eléctrico de 48 CV de potencia que va integrado en la transmisión, que en lugar de la típica CVT que conocemos, en el Land Cruiser es de ocho velocidades.
La parte eléctrica del tren de potencia se alimenta de un paquete de baterías de química NiMH y 1,87 kWh de capacidad. En total, la potencia que genera el Land Cruiser con esta motorización es de 326 CV y unos contundendes 630 Nm de par motor.
Tal y como es norma en un todoterreno puro como el Land Cruiser, un sistema de tracción total permanente en las cuatro ruedas con un diferencial de bloqueo central y una caja de transferencia de dos velocidades controlada electrónicamente con rango alto/bajo permitirán una total soltura en terrenos complicados. El sistema también cuenta con control de estabilidad y un diferencial de deslizamiento limitado automático. El diferencial trasero con bloqueo electrónico, estándar en todos los Land Cruiser distribuye la potencia hasta un reparto del 50/50 entre las ruedas traseras para mejorar la tracción.
En su interior, las novedades percibidas son similares a las vistas en la Toyota Tundra, que se renovó hace escasas semanas. Un modelo que, además, tomaba el mismo sistema híbrido para tener una alternativa más eficiente dentro de su gama.
La zona delantera del habitáculo rezuma horizontalidad y transmite una fuerte sensación de robustez gracias a las proporciones cuadradas de los elementos más importantes. El logo de Toyota, al igual que en el exterior, ha sido sustituido por la nomenclatura de la marca, ya que al otro lado del charco las imponentes parrillas de los Sequoia, Land Cruiser, Tundra y compañía, coronadas por el nombre de Toyota en gran tamaño, se han ganado ser sinónimo de fiabilidad y fuerza, y la marca quiere seguir sacando provecho de ello.
Comercializado en España desde hace cinco generaciones, se espera que esta versión del Land Cruiser sí llegue a nuestro país durante el próximo año, tal y como ha sucedido con los Defender y Bronco, aunque de momento la división española de Toyota permanece silenciosa al respecto.
No se espera que lo haga la versión que Toyota presentó anteriormente, ya que ha sido concebida como un coche más lujoso orientado al uso en carretera, lo que podría canibalizar ventas a Lexus y al Highlander.
