Las cifras de ventas dejan cada vez más claro que los coches eléctricos alimentados por celdas de combustible de hidrógeno no tienen futuro. Sin embargo, los defensores de esta tecnología aún tienen grandes esperanzas en aplicaciones como el transporte por carretera de larga distancia, en el que son muy importantes los cortos tiempos de reabastecimiento y las grandes autonomías.
La electrificación de los grandes camiones que transportan cargas pesadas por carretera exige que la velocidad con la que se recarguen sus baterías sea lo más elevada y eficiente posible. Por su peso y tamaño, estos vehículos necesitan unas baterías de gran capacidad. Para no aumentar los periodos de inactividad que ofrecen, los camiones eléctricos deben recargarse durante los descansos obligatorios de los conductores.
Las celdas de hidrógeno reducen los tiempos de espera para la recarga y eliminan el problema de peso de las grandes baterías. Muchos expertos predicen que esta tecnología tiene grandes posibilidades en este sector una vez que la tecnología alcance su desarrollo final para que la economía de escala reduzca sus costes.
Hidrógeno VS Electricidad
La industria está de acuerdo en que los cargadores de hasta 350 kW de los automóviles de pasajeros no sirven cuando se trata de camiones eléctricos de gran tonelaje. Un camión semirremolque eléctrico necesitaría en torno a ocho o diez horas para alcanzar una carga completa.
El nuevo estándar Megawatt (MCS) es la consecución del desarrollo de un sistema de recarga rápida para camiones eléctricos pesados y de larga distancia que pueda cargar las enormes baterías de este tipo de camiones en aproximadamente media hora.
La web ChargedEV.com publica una conversación con Rustam Kocher, que fue director de la división de infraestructura de carga en Daimler Trucks North America y ahora consultor independiente, en la que el experto expone su opinión sobre esta tecnología y el hidrógeno.
“Me preocupa bastante que el hidrógeno absorba parte del oxígeno”, afirma Rustam refiriéndose a los fondos para la investigación disponibles. “Para mí, el hidrógeno es la forma en la que la industria del petróleo y el gas puede seguir siendo relevante. Esta es basa en extraer cosas del suelo, almacenarlas, refinarlas, canalizarlas o transportarlas en camiones a un lugar, comprimirlas o ponerlas en el tanque y luego dispensarlas. El hidrógeno se adapta muy bien a todas esas cosas. Pero no funciona. No es eficiente. Es extremadamente caro y tecnológicamente casi imposible que sea seguro”.
Rustam espera que, con el avance de la tecnología, sean los propios interesados los que se den cuenta de estas dificultades y renuncien a ella. De hecho, todos sus elogios se los lleva el sistema de recarga Megawatt para camiones eléctricos de batería. “Me encanta el esfuerzo global que se está realizando para estandarizar este sistema y, con suerte, Tesla se unirá al resto de la industria”, afirma. “Lo único que tiene a su favor el hidrógeno es la velocidad de reabastecimiento de combustible. Con el MCS se alcanza la misma velocidad, incluso podría ser más rápido”, asegura.
Por último, asegura que “las baterías solo van en una dirección: la densidad gravimétrica y volumétrica están mejorando y la velocidad de carga está aumentando”. La curva de mejora continua culminará con la llegada de las baterías sólidas “que pueden cargarse casi instantáneamente”, como está demostrando la empresa StoreDot, que avanza en la consecución de sus baterías ánodo de silicio. Su objetivo, las llamadas 100in2, que serán capaces de recargar 100 millas (160 km) en 2 minutos. El conjunto de las baterías de StoreDot de gran capacidad y el sistema de carga Megawatt “permitirían recuperar toda la autonomía en unos 12 o 15 minutos”, afirma Rustam.