El mundo está cambiando muy deprisa. La expansión de la movilidad eléctrica está transformando los roles de las compañías. Los fabricantes de coches quieren convertirse en desarrolladores de software mientras que las empresas tecnológicas aspiran a fabricar coches. Apple, Huawei o Foxconn son algunos de los ejemplos más claros. El software tiene un peso muy específico en todos los coches eléctricos y se ha convertido en el objeto de deseo de toda la industria. Las compañías ya no pelean entre sí en los concesionarios, sino que lo hacen detrás de líneas de código. Renault tiene ambiciosos objetivos al respecto, tal y como ha declarado el presidente de Renault Digital, Frédéric Vincent.
Los coches eléctricos son más sencillos que los térmicos. Su menor cantidad de componentes permite trabajar en otras áreas para mejorar el comportamiento y, sobre todo, la eficiencia. Los departamentos informáticos y de desarrollo de software han ganado mucho peso en los últimos años. Primero con la llegada de las cada vez más grandes pantallas táctiles y ahora con la irrupción de la movilidad eléctrica. Los vehículos alimentados por baterías requieren de un software que gestione todo el sistema eléctrico, desde la batería a la entrega de potencia del motor.
Todos los fabricantes saben que las ventas de coches van a caer, de hecho ya lo están haciendo, así que necesitan fuentes de ingreso alternativas para seguir llenando sus arcas. El uso de plataformas comunes permite ahorrar tiempo y dinero, mientras que el software facilita la rápida adaptación de un vehículo a otro. Los franceses apuntan alto y para 2026 esperan poder plantar cara a Tesla. Los americanos ofrecen actualmente uno de los mejores software de la industria, tanto por rendimiento como por eficiencia. Son capaces de extraer más con menos. Renault quiere, al menos, igualar esa condición para poder vender su programa a otros fabricantes.
Para semejante propósito, se ha buscado dos socios bastante conocidos: Google y Qualcomm, dos pesos pesados dentro del mundo informático. Desde hace tiempo, Renault trabaja estrechamente con Google. El Mégane E-TECH fue el primer modelo de la casa en ofrecer el sistema operativo Android Automotive, destacando sus enormes cualidades por encima de desarrollos privados. Actualmente, es uno de los mejores sistemas operativos del mercado, extendiéndose a otros modelos de éxito como el Austral o el nuevo Renault Clio que conocimos hace unos días.
La unión de fuerzas dará como resultado el primer coche definido por su software. Históricamente el desarrollo de un coche comenzaba con la carrocería y el chasis para luego ir dando forma al resto de elementos. En este caso, Renault quiere diseñar primero el programa informático y después dar forma al coche en torno a él. Según los franceses, este concepto tan innovador permitirá reducir la complejidad de los desarrollos presentes. Actualmente, un coche eléctrico moderno emplea alrededor de 100 procesadores de control. Renault, Google y Qualcomm esperan reducir esa cifra a 20 unidades por vehículo. Algo muy ventajoso teniendo en cuenta la gran crisis de microchips que asola el mercado mundial.
El primer modelo será desarrollado por la nueva división Ampere, específica de coches eléctricos. A finales del año pasado, Renault anunció una gran revolución en su estructura. La compañía se fragmentará en cinco divisiones diferentes. Al igual que Tesla, los franceses trabajan mucho en ofrecer actualizaciones remotas de forma constante con las que mantener sus coches renovados cada poco tiempo con pequeñas mejoras de uso, así como la incorporación de nuevas funcionalidades. En palabras del propio jefe de Ingeniería de la casa, Gilles Le Borgne, "en 2026, estaremos al nivel de Tesla en vehículos definidos por software”.