Rapapolvo del CEO de Renault a la UE: “el enemigo es el CO2 (…) el ingeniero sabe cuál es la solución, no el regulador”

Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, examina los desafíos clave del sector de la automoción en Europa, analizando desde los fallos históricos hasta las estrategias futuras que impulsarán la industria.

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En Italia, Luca de Meo pone las cosas claras a la Unión Europea.
25/04/2025 09:28
Actualizado a 25/04/2025 09:28

El sector del automóvil europeo afronta una encrucijada histórica. La carrera hacia la electrificación avanza a toda velocidad, pero sin una planificación que garantice las ventajas competitivas, el suministro seguro de materias primas o una red de recarga accesible para todos. Frente a este desafío, la nueva Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen, prepara su Plan de Acción, que verá sus primeros pasos concretos en marzo tras el diálogo entre legisladores, fabricantes, proveedores, representantes laborales y colectivos medioambientales.

El objetivo es claro: impulsar la movilidad eléctrica sin exclusiones tecnológicas, apostando por la flexibilidad y dejando en manos de los ingenieros la tarea de hallar las soluciones más eficientes para reducir emisiones de CO2.

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De Meo defiende la libertad para la elección de la tecnología de propulsión, siempre que reduzcan el CO2.

El desafío de la transición excesivamente acelerada

La transición al coche eléctrico se ha gestionado con prisas y Europa ha visto cómo su industria perdía terreno frente a competidores muy avanzados, especialmente los procedentes de China. A ello se suma la escasez de minerales vitales para las baterías, cuya extracción y procesamiento aún están lejos de consolidarse en suelo europeo, y una infraestructura de carga que, pese a mejoras recientes, no cubre por completo las necesidades de usuarios y flotas.

Para remediar estas carencias, la Comisión Europea ha lanzado las primeras medidas de su Plan de Acción, fruto de un largo proceso de consulta. En él participarán los legisladores de la UE, encargados de diseñar marcos normativos flexibles y los fabricantes de automóviles y las empresas de componentes, que aportarán datos técnicos y de mercado.

Pero también tienen mucho que decir desde los representantes de los trabajadores, que deben asegurar la protección del empleo y las organizaciones medioambientales, que por los objetivos de reducción de emisiones.

Gracias a esta cooperación, se buscará asegurar que la electrificación no penalice la competitividad ni deje desamparados a los consumidores.

La excesiva regulación pone palos en las ruedas europeas

En la reciente conferencia "Innovar para volver al crecimiento" celebrada en Bérgamo, Italia, Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, defendió un planteamiento abierto. “El verdadero enemigo es el CO2, no una tecnología concreta. Dejemos que sean los ingenieros quienes diseñen las mejores respuestas: eléctricos, híbridos, e-fuels o biocarburantes, lo importante es reducir emisiones de forma real y eficiente».

Con esta filosofía, se abre la puerta a diversos caminos, con el coche eléctrico encabezando el desarrollo tecnológico, para modernizar un parque móvil europeo cuya edad media supera los 12 años (y llega a 12,2 años en Italia), muy alejado de los 7 años de 2005.

En este contexto, China emerge como una potencia mundial en la fabricación de vehículos eléctricos para lo que De Meo propone un acuerdo de mutuo beneficio. “Debemos aprender de nuestra historia: hace 25 años abrimos mercado a Japón a cambio de inversiones. Hagámoslo con China, cediendo un 10–15 % del mercado europeo para atraer capital y reforzar juntos la cadena de valor de los vehículos eléctricos».

Así, además de aranceles, Europa contaría con la financiación y la experiencia china para desarrollar fábricas de baterías y componentes en suelo comunitario.

Hacia un futuro prometedor

Lejos de ser un grito de alarma, estas reflexiones son un aviso a la acción coordinada. La flexibilidad tecnológica, dejando elegir a la ingeniería y a la industria, el apoyo a los segmentos urbanos, recuperando las alianzas estratégicas, especialmente con China, para garantizar inversión y suministros y una infraestructura de recarga robusta, que facilite el uso diario del eléctrico.

Con estas claves, Europa puede convertir la crisis en oportunidad, liderando la movilidad sostenible y ofreciendo a todos los ciudadanos alternativas limpias, asequibles y seguras.