Habitualmente, cuando hablamos de un coche eléctrico, en la mayoría de los casos nos referimos a los que se alimentan de una batería que almacena energía. Sin embargo, hay otra tecnología alternativa: los vehículos de pila de combustible de hidrógeno (FCEV - Fuel Cell Electric Vehicle por sus siglas en inglés). En ellos, la electricidad proviene de la reacción que se produce en el interior de una celda electroquímica entre el hidrógeno contenido en los tanques y el oxígeno del aire. Como residuo, producen una pequeña cantidad de agua y calor. Esa electricidad se almacena en una pequeña batería que es la que se encarga de alimentar el motor o los motores eléctricos.
El hidrógeno se almacena en uno o varios tanques presurizados que generalmente se encuentran bajo el piso del vehículo y que deben ser rellenados en una estación de repostaje, de la misma manera que se hace con la gasolina y el diésel. De hecho, el proceso de llenado es prácticamente el mismo.
La sostenibilidad del coche de hidrógeno
Para que un coche eléctrico movido por una pila de combustible sea considerado sostenible, el hidrógeno que lo alimenta ha de ser verde. Se llama así a aquel que se produce a partir de fuentes de energía renovable, como la solar o la eólica, a través del proceso de electrólisis del agua.
En él, la electricidad se utiliza para descomponer el agua en sus componentes básicos, hidrógeno y oxígeno. El hidrógeno verde se considera una fuente de energía limpia y sostenible, ya que no produce emisiones de gases de efecto invernadero durante su producción o uso.
¿Se venden coches de hidrógeno en España?
En España están a la venta dos coches que utilizan esta tecnología. El Toyota Mirai se presentó como prototipo en el Salón del Automóvil de Tokio en 2013 y se lanzó al mercado japonés en diciembre de 2014, seguido de otros mercados como Estados Unidos y Europa. En su segunda generación, está construido sobre la plataforma modular TNGA de Toyota. Su precio de partida es de 65.000 €.
Es una berlina grande perteneciente al segmento E. Mide 4,98 metros de largo, 1,89 metros de ancho y 1,47 metros de alto y pesa alrededor de 1.900 kilogramos. En su interior, Toyota ha querido ofrecer unos acabados a base de materiales prémium y un equipamiento de serie muy generoso.
El motor eléctrico genera 134 kW (180 CV) y 300 Nm de par que le permite alcanzar una velocidad máxima de 175 km/h. Según Toyota, la autonomía que ofrecen los 5,6 kilogramos que cubican sus tres tanques de hidrógeno es de 650 kilómetros con un consumo combinado WLTP de 0,8-0,89 kg/100 km.
El Hyundai Nexo es el único SUV eléctrico del mercado que confía su propulsor a una pila de combustible alimentada por hidrógeno. Su precio de partida es de 72.850 €. En este caso cuenta con 120 kW (163 CV) de potencia y tres depósitos de hidrógeno de 52,2 litros cada que le permiten recorrer distancias homologadas de hasta 660 kilómetros.
Comprarse un coche de hidrógeno en España, ¿merece la pena?
La OCU ha publicado un informe en el que expone las ventajas y desventajas actuales de esta tecnología y para aconsejar a los consumidores si actualmente es posible y merece la pena adquirir un vehículo de hidrógeno.
Según indica esta organización de consumidores, el coste del hidrógeno ronda los 10 €/kg. Esto implica desembolsar aproximadamente 800 euros en combustible de hidrógeno por cada 10.000 kilómetros. Un automóvil a gasolina de última generación puede generar un gasto de alrededor de 1.200 euros en combustible por cada 10.000 kilómetros.
A pesar de ser un poco más económico, el ahorro no justifica el elevado coste de adquisición del vehículo. Optar por un automóvil eléctrico de batería resultaría considerablemente más rentable, tanto en términos de precio de compra como de costes de uso, que se estiman en unos 400 euros en electricidad por cada 10.000 kilómetros.
Además del aspecto económico, otro problema que plantean los coches de hidrógeno es el repostaje. Si bien el proceso es similar al de uno de gasolina o diésel, la red es muy escasa. Según la OCU, existen aproximadamente unos 20 puntos de recarga en toda España para este tipo de vehículos.
Esto implica que la gran mayoría de los usuarios, aunque quisieran, no podrán adquirir estos automóviles debido a la falta de lugares para recargar. Solo aquellos que cuenten con una estación de hidrógeno cercana podrán hacer uso de ellos, pero realizar viajes extensos sería prácticamente imposible. Se espera que en el futuro haya un aumento en la cantidad de estaciones de hidrógeno y, a medida que la red se expanda, se facilitarán también los desplazamientos.
En resumen, las ventajas son evidentes: no contaminan, reciben la etiqueta 0 emisiones, tienen una autonomía similar a los vehículos de combustión y repostan igual de rápido. Pero los inconvenientes las superan: no hay puntos de repostaje, el combustible es caro y hay poca oferta de modelos.
Por lo tanto, es necesario aguardar un tiempo para que estos vehículos sean una opción real para los consumidores particulares. Otro caso es el de las flotas profesionales y, sobre todo, en vehículos muy pesados en los que la solución de las baterías es muy problemática por la relación peso/autonomía a la que obligan.
El hidrógeno su propio nicho de mercado
La característica clave que diferencia a ambas tecnologías es la densidad de energía. Si bien en un vehículo particular la famosa ansiedad de rango parece desaparecer cuando se cuenta con autonomías de 450 kilómetros, para los vehículos pesados es una cifra complicada de alcanzar. Los ingenieros y diseñadores deben escalar las baterías para proporcionar más autonomía, lo que eleva el coste del vehículo y su peso, reduciendo su capacidad de carga.
Cuanto más grande es un vehículo, y cuanto más tiempo se requiere para cargar la batería, mayor es la interrupción de sus operaciones y es ahí donde el hidrógeno tiene ventaja. El rendimiento técnico de los vehículos eléctricos de baterías se ve socavado cuando se trata de camiones pesados o autobuses. Las pilas de combustible de hidrógeno ofrecen una densidad de almacenamiento de energía mucho mayor que las baterías de iones de litio, una mayor autonomía de conducción, un peso reducido y un tiempo de recarga mucho más corto.