La industria del motor es una de las más competitivas del mundo. Superar al rival no es una simple cuestión de ego, también puede ser un motivo comercial de gran peso que ayuda a incrementar la popularidad de una marca o el volumen de ventas. Dicen que los récords están para batirse. Todas las empresas del sector quieren ser las más rápidas o las que menor tiempo tardan en acelerar. Destinan innumerables recursos a la causa, pero lo que ninguno de ellos podría predecir es que iban a ser superados por un grupo de estudiantes universitarios de Suiza. Ya hay una nueva marca para batir.
Realmente, el tiempo de aceleración es un dato realmente absurdo cuando hablamos de un coche eléctrico convencional. Está bien saber qué par tiene un coche y cuál es su capacidad de ganar velocidad, pero nadie, en su sano juicio, va haciendo salidas vertiginosas en su día a día. Si bien los eléctricos logran los mejores registros, resulta contraproducente acelerar de forma salvaje por la enorme cantidad de energía que se requiere. A pesar de ello, para muchos clientes se ha convertido en un argumento de compra más.
Siguiendo el día a día del mundo del motor eléctrico, es normal encontrarse de vez en cuando noticias de grandes fabricantes que han batido un nuevo récord de velocidad o aceleración. Tesla, Rimac, Koenigsegg, Porsche o Lucid parecen envueltas en una guerra salvaje por decir que son las más rápidas del mercado. Hemos visto creaciones y marcas impresionantes. En cuanto a velocidad punta, el Rimac Nevera es actualmente el coche eléctrico más veloz del mundo, 412 km/h. Si hablamos de aceleración, el Aspark Owl, se lleva la palma con un registro de 1,69 segundos para pasar de 0 a 100 km/h.
Es una marca realmente extraordinaria, pero nada comparada con la que unos estudiantes de la Universidad ETH de Zúrich, la Universidad de Ciencias Aplicadas y Artes, acaban de lograr. Cronómetro en mano, el bólido creado por ellos mismos ha registrado un tiempo de 0 a 100 km/h en apenas 0,956 segundos. Eso son 7,3 décimas de segundo más rápido que cualquier otro coche eléctrico que haya sobre la faz de la tierra. Un tiempo que ya figura en "El libro Guinness de los récords" con todo el mérito del mundo. Eso sí, el camino hasta el éxito no ha sido nada sencillo.
El año pasado por estas mismas fechas otro coche de la Fórmula Student pasó a figurar como el más rápido del mundo con una marca de 1,461 segundos. Estudiantes, alemanes en este caso, consiguieron batir cualquier dato oficial, pero hoy su registro se ha quedado en nada. Por primera vez, se ha conseguido bajar de la psicológica barrera del segundo. Para ello, los universitarios suizos se han centrado en tres áreas principales: ligereza, robustez y tracción. Todos los componentes del coche han sido desarrollados por el equipo, desde el chasis a la batería, pasando por los circuitos impresos.
Han empleado de forma masiva materiales como el carbono en panal o el aluminio. El coche tan sólo pesa 140 kilogramos. A eso hay que sumar cuatro motores eléctricos de tubo que generan una potencia de 243 kW (326 CV), lo que nos deja una relación peso-potencia muy positiva. La última integrante de esta receta es Kate Maggetti, la piloto que tras pisar a fondo el acelerador apenas le han bastado 12,3 metros para alcanzar los 100 km/h tras salir desde parado. Está claro que este será un tiempo difícil de batir, pero también se ha demostrado que no son necesarios grandes fabricantes para hablar de velocidad.