La autonomía ha sido históricamente la principal preocupación de quienes consideraban comprar un coche eléctrico. Tanto es así, que el término ‘ansiedad de autonomía’ se usaba frecuentemente para describir la inquietud del conductor por no poder llegar a su destino. Sin embargo, la situación ha cambiado. Muchos modelos cuentan con baterías que ofrecen más de 400 km de autonomía y la red de recarga rápida continua creciendo.
El principal desafío para los coches eléctricos es la comparación con experiencias pasadas. La extensa red de gasolineras permite a los coches de combustión recuperar su autonomía en cinco minutos. Pero, ¿de verdad esa es la situación ideal? Estos coches nunca necesitan la autonomía que transportan en su depósito a cambio de un peso innecesario.
La autonomía de un coche eléctrico
Un coche eléctrico con una autonomía de ‘solo’ 300 kilómetros puede parecer una opción poco práctica en comparación con esta costumbre. Sin embargo, no deben evaluarse con los mismos criterios. A diferencia de los combustibles fósiles, que almacenan gran cantidad de energía en un depósito pequeño y se rellenan rápidamente, los coches eléctricos tienen baterías que pueden recargarse en pequeños incrementos a lo largo del día: en casa, en el trabajo, mientras se compra o en el cine.
Para viajes largos, la recarga ultrarrápida, que recupera el 80% de la capacidad en 30 minutos, es una opción viable, aunque se utilizará con menos frecuencia, ya que la mayoría de los desplazamientos son cortos. Además, cada recarga representa un ahorro económico en comparación con el repostaje de combustibles fósiles.
Una realidad que se refleja en un informe del Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT) que concluye que la autonomía promedio de los vehículos eléctricos en Europa alcanzó los 419 kilómetros en 2022, lo que representa un incremento del 10% en dos años. Sin embargo, cerca del 60% de los europeos ha indicado que considerarían la compra de un coche eléctrico solo si este ofrece una autonomía mínima de 500 kilómetros.
La metodología empleada por el ICCT ha sido una simulación de uso de un coche eléctrico compacto (segmento C) durante un año considerando tres tipos de conductores: urbanos, rurales y de larga distancia. Además, se han evaluado cuatro capacidades de batería, 28, 58, 87 y 116 kWh considerando su impacto el peso del vehículo, el consumo de energía, el tipo de carga, los tiempos de espera, los costes para el propietario y las emisiones de CO2. Las conclusiones del informe son muy completas y acaban con la absurda guerra de los 1.000 km de autonomía que dirimen los fabricantes y con la innecesaria creencia de los conductores de necesitar 500 km cada vez que recargan sus coches.
Muchos fabricantes aconsejan cargar las baterías de los coches eléctricos al 80% para el uso diario, reservando la carga completa al 100% para viajes largos que requieren mayor autonomía. Además, es recomendable no dejar que la carga caiga por debajo del 20% para prolongar la vida útil de la batería y mantener una reserva de autonomía.
Estas prácticas sugieren que el rango operativo diario efectivo de un coche eléctrico es alrededor del 60% de la autonomía anunciada. Al considerar estos factores, es posible elegir el modelo más adecuado para las necesidades diarias. También se debe tener en cuenta que, en 10 años, la batería podría degradarse entre un 20% y un 30%, según las garantías, lo que afectará la autonomía disponible.
Al considerar la compra de un coche eléctrico, es crucial evaluar la frecuencia de los viajes de larga distancia. Con los precios actuales de la gasolina, el ahorro económico de optar por un coche eléctrico es significativo que se suman a los ahorros en mantenimiento que ofrecen estos vehículos.
El número de estaciones de recarga ultrarrápida en carretera está creciendo desarrollando una red que permitirá encontrar un punto de recarga fácilmente. Con los avances en tecnología y economía de escala, la potencia de recarga aumentará y los tiempos de espera disminuirán. En unos años, recargar un coche eléctrico en carretera será tan rápido y conveniente como repostar combustible.
Resultados y conclusiones del informe
En primer lugar pueden citarse las evidencias en cuanto a costes y física del coche. Incrementar la capacidad de la batería, como duplicar la autonomía de 250 a 500 kilómetros, conlleva un aumento en el coste del vehículo de entre el 15% y el 23%. Además, aumentar el tamaño de la batería incrementa el peso del vehículo, lo que puede aumentar el consumo de energía en un 9% a 10%.
En segundo lugar, está la parte más práctica. Durante la mayor parte del año, una batería de mayor capacidad no reduce de manera significativa el número de paradas para recargar en trayectos urbanos y rurales. Los viajes de larga distancia, en los que es necesaria la carga rápida, representan menos del 2% de los viajes anuales.
A nivel global, si se duplica la capacidad de la batería las emisiones de CO2 aumentarían un 20% en los recorridos urbanos, debido a que los viajes más cortos y frecuentes requieren una refrigeración o calefacción más frecuente del habitáculo y de la batería, lo que incrementa el consumo energético.
Dos conclusiones sobresalen del informe. Una batería de gran tamaño es beneficiosa para los usuarios que realizan numerosos viajes de larga distancia anuales ya que reduce el número de paradas para recargar a una por día. Pero implica un incremento del 15% en el coste económico del vehículo.
En entornos urbanos y rurales, una batería de mayor capacidad resulta ser considerablemente más cara en comparación con una batería más pequeña combinada con carga rápida.