La moto eléctrica Arc Vector fue presentada por primera vez (en forma de prototipo) hace unos cinco años, allá por 2018. La start-up que la creó pasó bastantes apuros económicos y casi desaparece, pero reflotaron y ahora ya tienen lista de espera de su espectacular moto. La marca ha empezado a ofrecer pruebas a los clientes interesados, pero antes de salir hay que demostrar que eres millonario. Has leído bien.
Las prestaciones de la Arc Vector son bastante buenas, pero no espectaculares. Una moto deportiva de gasolina (no necesariamente de las más radicales) la supera en potencia, velocidad máxima y ligereza por una fracción del precio. La clave de esta moto está en la exclusividad, la artesanía y el nivel de personalización.
Tiene 118 CV de potencia (87 kW) y entrega 173 Nm de par, que le permiten hacer el 0-100 km/h en 3,1 segundos. Cifras muy respetables, pero no especialmente espectaculares hoy en día. La batería tiene 16,8 kWh de capacidad y ofrece una autonomía real de 200 kilómetros en carretera y 320 kilómetros en ciudad, según la marca. La velocidad máxima está limitada a 200 km/h.
Las prestaciones son buenas, pero difícilmente justifican los 128.000 dólares que cuesta la versión básica, que son algo más de 121.000 euros al cambio actual. Un auténtico dineral que puede incrementarse todavía más, porque la Arc Vector se hace a medida para cada cliente y se puede personalizar hasta el punto de que sea única en el mundo.
Los posibles interesados ya pueden probarla. La compañía ha anunciado el inicio de un programa de pruebas en Estados Unidos y el Reino Unido, pero se han querido asegurar de hacer un filtro a simples curiosos. Los que quieran probar la moto deben demostrar que tienen capacidad económica para comprar una. Además, quizá para asegurarse de que dejan la moto a alguien con buenas manos, los clientes deben proporcionar "pruebas de sus antecedentes" de conducción, es decir, que tienes un buen historial.
Superado el filtro, el cliente puede estar seguro de que probará algo muy especial y espectacular, empezando por su diseño. Es una especie de cafe racer futurista sacada de una película de ciencia-ficción, que, además, no escatima en materiales de lujo. La moto tiene un monocasco de fibra de carbono, material que se emplea en más partes, como el basculante o los guardabarros. El asiento se puede elegir con varios tipos de piel o textiles (como el lino) y la decoración de la parte superior está disponible en aluminio, madera, fibra de carbono... El límite lo pone el presupuesto del cliente.
Utiliza suspensión Öhlins, frenos Brembo con doble disco de 320 mm delante y pinzas monobloque de 4 pistones (240 mm y pinzas de 2 pistones detrás), unas llantas ligeras BST Black Diamond de fibra de carbono...
Por si todo esto fuera poco, la moto está diseñada para funcionar con una "interfaz hombre-máquina" que incluye una chaqueta que proporciona advertencias hápticas (vibra ante ciertos peligros) y un casco especial con Head-Up Display incorporado, como si fuese el casco de un piloto de caza, que permite al conductor mantener la vista en la carretera mientras ve la información más importante relacionada con el vehículo.